Nadie es perfecto
Atentamente : Nadie :)

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 2

Solo son criminales, peligrosos criminales transtornados.
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Entonces la veo, veo a la chica de la que me habló Kitzia hace unas horas, esa es mi víctima.
Tengo que crear un vínculo entre nosotros para después romperlo. ¡Delante de todos!
Después de todo, no todos los días se tienen nuevos condenados. Será divertido.
Tresh y su banda se acercan a toda prisa hacia al comedor, hoy tiene que haber comida de verdad.
La miro de nuevo.
Una oportunidad como esta no la puedo desaprovechar, la han derribado, y ella está ahora en el suelo exhausta por lo que acaba de pasar. Todas sus cosas están esparcidas por el suelo.
Es mi turno.
Me acerco lentamente. Y me pongo delante de ella.
Es pelirroja, pero rojo oscuro, no chillón. Es pálida, y parece una blandengue.
    - Hola, señorita, ¿puedo ayudarla? - me cruzo de brazos. Ella me mira.
    - No gracias, estoy bien.
    Se vuelve hacia sus cosas intentando reunirlas.
    - ¿De verdad? ¿No es ese libro con el que están jugando al fútbol tuyo?
    Se gira hacia donde yo señalo. Y sus ojos se abren como platos, se levanta corriendo y va a recuperar su libro, o al menos a intentarlo.
    Porque Craig la derriba de un empujón y ella choca con las taquillas.
    - ¡Hey, Craig!
    - ¡Aaron!
    - Dale el libro – digo tranquilo.
    - ¿Qué? ¿Por que iba a hacer eso? - dice desafiante.
    - Lo harás – digo en el mismo tono tranquilo y ladeo la cabeza.
    Me acerco a Craig y le atesto un puñetazo en el estómago, el libro sale disparado de su mano y cae al suelo.
    Lo cojo y me acerco a la chica.
    - Aquí tienes tu libro.
    - Vaya, gracias.
    - Ahora, ¿me dirás tu nombre? - sonrío.
    - Cathleen.
    - Aaron.
    Ella sonríe.
    Lo he conseguido. Un poco más y ya la tengo a tiro.
    - ¿Tienes hambre?
    - Sí.
    - Ven, te enseñaré la cantina.
    - Antes necesito encontrar mi taquilla – dice un poco avergonzada.
    - En ese caso, te ayudaré a buscar tu taquilla.
    - Vale.
    Tiene la 666, está muy cerca de la de Kitzia. Eso le va a gustar, así la tendrá controlada. Llegamos a su taquilla y suelta sus libros y sus cosas.
    - ¿Por qué me ayudas? - pregunta intrigada y un poco extrañada.
    - Y, ¿por qué no?
    - Pues porque se supone que eres un criminal, y los criminales no son amables – sonrío.
    - En el mundo hay de todo. ¿Así es como me agradeces que tengas tu libro de vuelta?
    - Oh, ya, lo siento. ¡Gracias! ¿No se que hubiera pasado si me quedo sin libro?
    - Pues que no tendrías libro, y claro, te hubieran castigado.
    - Eso es lo que no me gusta.
    - Tampoco te gustará quedarte sin comer, así que ¿por qué no vamos ya?
    - Sí, mejor que nos demos prisa.


Tan poco ha sido tan difícil. Ahora solo me queda acabar con ella en público y la cruel bienvenida habrá acabado.
Ella se sienta en una mesa con la bandeja de comida. Yo me siento a su lado.
    - ¿Acaso te gusta estar sola? - le pregunto en tono burlón.
    - No, de hecho es lo que más odio. Pero, ¿qué voy a hacer?
    - ¿Amigos?
    - Es muy fácil decirlo, pero no hacerlo. Yo no encajo aquí.
    - ¿Y que te crees que cuando llegué todos acudieron a mí como... - miro sus ojos - ...como abejas a la miel?
    - No, pero, seguro que te fue más fácil. Eres un tío. Y en la sociedad siempre lo tenéis más fácil – lo que dice me hace reír -. No pareces un matón.
    - ¿Y acaso lo soy?
    - No lo sé. No te conozco.
    - ¿Y te gustaría conocerme? - me acerco a ella. Empieza el show.
    - ¿Qué haces? - me dice apartándose. Está nerviosa. Sus ojos me miran a mí y luego al resto del comedor.
    - ¿Es que no has pensado que podríamos...? Ya sabes – me acerco más a ella. Miro a mi alrededor. Todos nos miran. Perfecto. Me acerco más y más a ella, y ella se aleja, hasta que se queda sin banco en el que apoyarse y se cae encima de la basura.
    Está completamente cubierta por basura, pieles de plátano y el puré del día.
    El comedor estalla en carcajadas. Ella me mira con sus ojos color miel suplicándome ayuda. Sus mejillas están rojas por la vergüenza y tiene los ojos cristalinos, como si fuera a llorar.
    Pero en vez de eso, respira profundamente, se levanta y se larga del comedor.
    Antes de irse me mira con odio. Y una sensación horrible se apodera de mi. Se me hace un nudo en la garganta y miro la mesa en busca de agua. Como no hay, trago saliva para deshacerlo y en ese momento de debilidad se acerca Kitzia.
    - Vaya Aaron. Ha sido mejor de lo que imaginaba – dice paseando su dedo índice por mi hombro y mordiéndose el labio.
    - Hola Kitzia.
    - Sabes que puedes llamarme Kit – se acerca a mi y me besa en los labios -. Me ha encantado tu actuación. ¿Sabes? Parecía que de verdad se creía que eras su amigo y que estabas colado por ella.
    - Es mona.
    - ¿De verdad? ¿Es mona? Pues si te gusta has arruinado tu oportunidad. De cualquier forma me has hecho feliz. Y eso es lo que importa, ¿no?
    - Me largo.
    - Hey, Aaron, ¿acaso no estás contento con tu actuación? Esa cría estará llorando en el baño ahora mismo.
    - ¿En el baño? - pregunto, ojala haya oído mal.
    - En el baño.
    - Es la hora de Livvy, ¿cierto?
    - Muy cierto. Se me había olvidado.
    - ¡¡Se la va a cargar!!
    - ¡Lo sé! ¿No es genial?
    Salgo corriendo hacia el baño de chicas. Veo la puerta entre abierta y se oye un ruido fuerte que me retumba en los oidos.
    - Livvy
Abro la puerta de golpe y las veo. A Livvy y a Cathleen. Hablando. ¿Cómo puede estar hablando con Livvy?
Livvy es corpulenta y grande. Tan fuerte como un toro y a la hora de comer siempre recorre los aseos para ver a que paleto puede golpear. Pensé que le iba a hacer daño pero están hablando.
De pronto Livvy se levanta y le pega otro golpe a la puerta de una letrina.
    - Es un capullo – dice Livvy acariciándose el puño con el que ha golpeado la puerta con la otra mano.
    - Lo sé – dice Cathleen mirando su reflejo sucio en el espejo. Se quita lo que puede del pelo y se vuelve hacia Livvy.
    - Puedo golpearle, si quieres.
    Ella se ríe, por primera vez desde que la vi.
    Livvy se gira y me ve.
    - ¡Eh, tu! ¿Qué haces aquí? - dice enfadada y acercándose.
    - Tan solo quería ver como iba tu ronda.
    - ¡Pues muy bien! Y ahora si no quieres salir herido te aconsejo que te largues.
    Cathleen ni siquiera me ha mirado. Cuando doy un paso hacia ella suena el timbre que indica el comienzo de la siguiente clase. Y me veo obligado a irme.
    Además tampoco hubiera tenido oportunidad contra Livvy. La miro otra vez antes de irme y está lavándose la cara con las manos.
    - ¡Oh! ¡Mierda! - exclama mirándose la mano – Me he cortado con algo cuando me caí.
    Un arañazo rojo del que salen algunas gotas de sangre le rodea la muñeca.
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Este capitulo no me gusta mucho como ha quedado, así que si tenéis alguna sugerencia os agradecería que me lo comentarais.. :33 
Gracias

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